lunes, 29 de marzo de 2010

CAMINOS CRUZADOS


CAMINOS CRUZADOS

Tenía 22 años cuando tome un bus escapando para variar de situaciones que no me gustaban, rumbo Sao Paulo Brasil, quería estar alejada de tanta confusión en mi mente y en mi vida, cuando salí del país todo se veía increíble, me sentía libre, respiraba tranquila y disfrutaba de unos paisajes espectaculares, acostumbrada a viajar sin dinero, nada me preocupaba menos, de cómo iba a volver o lo que haría, sólo sabía que a mi llegada estaba mi tía esperándome, lo demás no importaba.
Estaba sentada al lado de una niña que seguramente tenía mi edad, con vidas distintas claro, yo ya tenía dos hijos y ella sólo se preparaba para ir a un matrimonio, sólo nos unía una cosa, tampoco nada le importaba. Este bus paraba en cada ciudad, ahí se bajaba gente y subía otra, en una de las paradas subió un joven de 24 años, alto, bronceado, de vestimenta simple, sólo unos jeans y una polera negra, de gestos simples y desinteresados, la conversación de estas dos mujeres se volcó hacia aquel espécimen masculino, era guapo y nosotras jóvenes, decidimos conocerlo, pero una de ellas le dijo a la otra, te doy 6 horas para conocerlo, bastante tiempo por lo demás, no sólo para hablar con él, sino para muchas otras cosas más, mientras una de ellas leía un libro la otra trataba de conquistarlo, el viaje era largo, así que había tiempo para muchas cosas, pasaron las 6 horas y todo fue infructuoso, así que le tocaba a la otra joven, le dijo…….ya pasaron tus 6 horas, ahora me toca a mi………ella se levanto con un cigarro se sentó en el asiento seguido a donde estaba él y pidió al que la quisiera escuchar……..alguien tiene fuego??........y apareció un encendedor de atrás prendido, desde aquel momento en ese bus, sólo fueron dos personas las que viajaban, mucha conversación, llegó la noche y seguían las miradas y los besos siguieron después, pasaron 36 horas, cada minuto, cada segundo fueron aprovechados, nunca hubo silencios y si los hubieron fue sólo por que los besos no dejaban que las palabras salieran. Se acercaba el momento del adiós, la llegada a Sao Paulo era inminente, él la miro y le dijo que no se bajara de bus, que lo acompañara, que nadie sabía lo que pasaría, pero que por el momento quería estar ahí siempre, ella lo miro y le dijo……. No puedo……..pero te doy mi dirección, no será la última vez que nos veamos, cuando vuelvas llámame, cuando vuelvas nos vemos y seguiremos esta historia. El tiempo paso efectivamente, las cartas llegaban, los regalos de lo que él más amaba también, hasta que un día nunca más llegaron, la vida siguió como todo, las cosas siguen pasando y nada se detiene, la distancia es un aliado del olvido. Pasaron los años y el recuerdo de aquel hombre nunca se borro, de vez en cuando llegaba a los pensamientos aquel hombre que un día te dijo, vamos…..ven conmigo después de 36 horas de vivir arriba de bus en cualquier parte. Empezó a buscarlo, cada vez que tenía tiempo, recorría portales en internet o cualquier pista que le diera el paradero de aquel personaje que conoció en 36 horas, nadie puede decir que no lo intento. Finalmente después de muchos años lo encontró, pero no de la forma que hubiera querido, recorriendo casualmente el ciber espacio, encontró una página que fue creada especialmente para que sus amigos pusieran las despedidas, si, el murió, ya nunca sabrá que por años ella lo buscaba, sólo para verlo una vez más, sólo para verlo a la cara y preguntarle que había sido de su vida, que si era feliz, o sólo para preguntar qué había pasado aquel día que se bajaron del bus.
Ayer te busque por última vez, y te encontré, sólo trato de entender que tengo que aprender de esto, pero te doy las gracias, quizás tu muerte no ha sido en vano, creo que después de todo me diste el último regalo y es definitivamente darte cuenta que lo único que importa es el presente, que el tiempo no existe, que pensé que tenía toda la vida para encontrarte y verte una vez más, no fue así, por que no manejamos nada, parece una broma de mal gusto, después de 25 años encontrarte sólo a días de tu muerte, quizás nos encontremos en otra vida, si es que existe, quizás no, pero te prometo, jamás me bajaré del bus nuevamente si en realidad mi corazón quiere seguir ahí.
Para ti Rudyard Ludwig Klein
Polet