lunes, 27 de junio de 2011

PORQUE EL TRANSANTIAGO


PORQUE EL TRANSANTIAGO

Me encantan los autos, convertibles, negros, potentes, brillantes, mecánicos, de esos que puedes realmente manejar, quizás sea algo de mi personalidad que prefiero tener el control de la maquina, a que ella pase los cambios automáticamente, puede ser que sea más fácil pero él no pasar cambios los vuelve bien fomes, después de tener todo tipo de autos, deportivos, grandes, chicos, clásicos, me quede sin las cuatro ruedas, al principio la verdad me molestaba un poco, pero sólo por el hecho de no poder salir de noche con frio, igual es cómodo agarrar el auto y partir a la punta del cerro, pero poco a poco he descubierto un mundo distinto sin el bólido, por ejemplo ya no me dejan botada en medio de Kennedy con el cacho de llamar una grúa, ya no cambio neumáticos, no uso bencina, no gasto en lavarlo, aunque jamás los lavaba…..jajajajjaja……….la diferencia es que las micros siempre pasan siempre, a menos que haya algún paro , pero son los menos días, son amplios, andan súper rápido…….jajajajajja……a veces demasiado para mi gusto, sale barato, no contaminas en fin, tiene muchas virtudes, pero las que más me gustan, son que ves personas, que van a sus trabajos, que van al estadio, jóvenes desde sus colegios o a la universidad, algunas contentas y otras no tanto, ayer fui a la casa de una amiga y tome el transantiago y camino para allá me encontré con una persona que no veía hace tiempo, y de vuelta de noche, después de pasar a comprar un rico chocolate trencito para el camino, me tope con otro amigo que no veía hace mucho , lo encontré maravilloso, si hubiera andado en auto jamás los habría visto, conversamos mucho, caminamos un poco por el parque, nos hicimos cariño, nos abrazamos y de verdad me sentí feliz de haber usado el transantiago, si hubiera usado un auto, jamás los habría visto o al menos habría sido más difícil conversar con ellos, hubiese visto solo personas enmascaradas en sus chasis y sin posibilidad de verle la cara si te pasa a llevar el parachoques, al final se escudan en unos fierros para dejar a la vista sus verdaderas personalidades agresivas, lo más probable que en algún minuto vuelva a tener un auto, pero por cosas de trabajo más que nada, la verdad es que andar a pata no es nada de malo, gastas menos, y de verdad te pasan cosas entretenidas, y de solo pensar que por quinientos pesos puedes recorrer todo Santiago, lo encuentro maravilloso, así que mientras no llegue mi deportivo negro, disfrutare al máximo esta maravilla de ver caras y no patentes.

Polet ecológica por el momento