lunes, 15 de agosto de 2011

YO ROBOK


YO ROBOK

El otro día mi amigo Torofocles después de terminar una relación o quizás lo contrario, porque uno nunca sabe los por menores que rodean una relación, le preguntaba que como estaba y él me decía YO ROBOK, lo entiendo demasiado la verdad, no por el hecho de que tuviera mala onda con la pareja de él, todo lo contrario, es una persona muy agradable, sin embargo eso del reset definitivamente a mí también me pasa, es que después de una o varias separaciones, uno como que aprende a limpiar el disco duro, no estoy segura si eso es bueno o es malo, pero si sé que te asegura el mínimo de sufrimiento, y créanme a estas alturas de la vida, eso se agradece, el llanto, los arrepentimientos, los malos momentos, uno quieren que se vayan rápidamente, para personas como yo y Torofocles, la vida tiene que ser buena siempre, si lo estas pasando mal por alguna situación no cabe en nuestras vidas y uno aplica el reseteo famoso, una de las cosas que pocos saben es que gente como nosotros, aun cuando parezcamos ROBOK, no es tan así en la realidad, somos como caballos salvajes, de esos que hay que domar, los caballos salvajes hay que darles un poco de tiempo, no todos se doman en el mismo periodo de tiempo, a unos les cuesta más que a otros, pero definitivamente el látigo no es la solución, ni la represión, ni la estupidez, ni imponer ciertas situaciones y acá va el mensaje para los que quieran tomarlo, gente como Torofocles y la que escribe, se doman con cariño, con comprensión, con detalles, con ganas de invertir un poco de tiempo, ese tiempo que a nadie le sobra en estos tiempos, ese tiempo que nadie quiere “perder”, nos conquistan con atenciones y por favor sin presión, una vez que damos el primer paso, ya todo es distinto y tienes al lado una persona leal y comprometida, pero jamás trates de sofocarlo, ni usar la fuerza para convencerlo de algo, en ese mismo instante volvemos a nuestra esencia de salvajedad y libertad , volvemos a transformarnos en ROBOK nuevamente, no hay dolor, no hay malos momentos, no hay malas ondas, solo pedimos que nos amen como somos, libres como el viento, hay caballos salvajes que al final mueren así, que jamás nadie los doma por distintas razones, pero cuando ves uno de ellos corriendo por la pradera se ven hermosos y fuertes, da miedo acercarse, no solo por la fuerza que proyectan sino porque no todos tienen la valentía o las agallas de saber cómo hacer que pare un poco, hasta que llega alguien que sabe cómo hacerlo o se da el tiempo, esas personas son las que esperamos y si no llegara, moriremos corriendo siempre por el campo, pero felices de nuestra libertad.

Polet salvaje

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